Esto es lo que tantas ganas tenía de compartir contigo, explicarte como nació el Abogado de las brujas y relatártelo; he disfrutado tanto que quiero compartir ese gusto contigo. Ahí va la primera parte, cuando surgió la idea!
¿Por qué Salazar¿ ¿Por qué yo?
Su historia. Mi historia
Esta es la historia que te quería contar:
Mi historia; la de Salazar.
¿Por qué yo?
¿Por qué Salazar?
¿Por qué “El abogado de las brujas”?
Esta es la pregunta que le enseñan a hacer a todo
historiador ¿Por qué? Causa y consecuencia.
Esto está también basado en hechos reales, en como dos
personas de siglos distintos se encuentran, se conocen casualidad (¿o no?) y a partir de ahí son
inseparables, no pueden vivir el uno sin el otro; se irán encontrando con el
paso de los años como ironía de lo casual y el destino.
Todo empieza en una fría y húmeda universidad, pequeña pero
atiborrada de estudiantes que van y vienen; cargados de libros, exámenes y un
sinfín de trabajos que había que entregar en fechas imposibles.
En ese amasijo de estudiantes aún sin titular había una
joven que estaba en su segundo curso de Historia. Ella también debía hacer
trabajos como si de una maratón se tratase. Así que de la larga lista escogió
uno que cumplía con los suficientes requisitos a su juicio:
·
Estaba libre.
·
Le llamaba la atención más que otros temas más
bien aburridetes y tediosos.
De modo que escogió a la ligera y a lo caprichoso. A la
ligera eligió cambiar el rumbo de su vida.
Lo siguiente que podemos ver es a una chica encerrada en su
habitación con un ordenador y un reguero de libros en el suelo y en la cama un
tanto extraños. Su madre se asomaba por la puerta y se preguntaba si su niña
estudiaba historia o esoterismo.
Brujas por allá, demonios por aquí.
La Inquisición a la izquierda de la hechicería y aplastada
por obsoletos manuales de aquelarres y torturas.
¿Estaba investigando para Historia Moderna o para el Cuarto
Milenio?
La aspirante a aprobar el curso a pesar de toda adversidad
logró finalizar su trabajo, exponerlo y sacar sus exámenes. Eso anunciaba la
llegada del glorioso verano para descansar y ponerse morena.
Sin embargo, algo la reconcomía, le causaba fiebre y dolor
de cabeza; no la dejaba relajarse o desconectar.
Extrañamente, ahí (enterrado bajo pilas de trabajos que ya
ni recordaba) un curioso caso le venía a su mente y no la dejaba soñar con otra
cosa.
Salazar Frías se le colaba en sus pensamientos.
Aquel extraño personaje, que había conocido en un viejo
libro amarillento y rancio, tenía vida propia. Lograba salir del tercer piso de
la biblioteca (y del siglo XVII) e ir a buscarla.
Así que volvió a la biblioteca en vez de irse a la playa.
Llegó por primera vez sin prisas ( sin tener que sacar diez libros de lecturita
para dos días) y fue derecha al estante, pues aún siendo alumna ya se sabía de
memoria la planta de Historia. Cogió el libro y leyó tranquilamente el extraño
caso del Abogado de las brujas.
Y sin ni si quisiera pensarlo, lo decidió
Atentamente,
Elena Rojas
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