Buenas tardes querido lector:
Segunda parte del relato que comenzamos ayer, espero que te guste:
la
fama…
-Perdón,
no quería interrumpir, soy Elisa la…- empecé a presentarme.
-Ah…
si, la nueva ayudante- recordó el director como quien recordaba que tenía que
comprar el pan.
Me
acuerdo perfectamente como el resto del equipo me miró, con recelo… yo les
excusé en aquel instante pensando que antes de ganarme su respeto tenía que
demostrarles que estaba a la altura.
Como
acostumbraba en mí cuando era joven y ya quería ser de un golpe la veterana…
que ilusa, si, creo que te lo diré un pasar de veces mientras te cuento esta
historia, aquí te demuestro como intentado ser la protagonista en verdad no me
enteré de nada hasta el final.
-Estoy
totalmente preparada para hacer lo que me pidan y ayudar en este caso- afirmé
intentando darle seguridad a mi tono de voz.
-Ya,
yo soy Santiago, el que dirige y ellos son Enrique, el forense, Maca, Julián y
David, con los que más trabajarás… en este caso no trabajarás, mejor que
empieces con uno desde el principio, mientras puedes encargarte del papeleo- se
le ocurrió para quitarme de encima inmediatamente, - y recuerda que todo esto
es información confidencial- atajó.
Directamente,
me había arrebatado el caramelo.
Pero
tenía tantas ganas que me conformé con el envoltorio de él que me habían
tirado.
Julián
y Maca salieron a su misión y David se fue a su despacho a hacer llamadas para
averiguar. Me quedé parada como una tonta, sin ni siquiera saber cuál iba a ser
mi mesa. Al salir Santiago se limitó a señalarme una al fondo.
Me
dirigí a ella desanimada y con la firme decisión de que en tan sólo una semana
les haría cambiar totalmente de opinión.
Pero
que equivocada estaba.
Al
cabo de media hora ya estaba instalada y pensando qué papeleo era el que tenía
que llevar.
David
salió de su despacho y se dirigió a mi mesa con papeles y una chaqueta para salir.
-Aquí
tienes, son los informes de los dos últimos
caso, haz el trámite para poder darlo como caso cerrado y archivarlo ¿sabes
hacerlo?- preguntó.
-Por
supuesto señor, lo tendrá usted listo inmediatamente- asentí.
-Mujer,
que señor me hace viejo, te llevaré tres años como mucho. Tú no te desanimes,
simplemente que aquí hay que abrirse camino, no esperes las puertas abiertas-
advirtió.
-Lo
sé, no se preocupe que daré la talla y…-.
-No
te preocupes- me corrigió, -y no tengas prisa de unirte completamente, de
verdad…- comentó.
A
mí eso me cayó fatal y ciega de ambición no vi su rostro cansado ni que me lo
decía por mi bien.
Verás
que le entendería demasiado tarde.
Pasé
dos días aburridos como si estuviese yo sola, sólo con papeles e indicando al
de mantenimiento que se había ido otra vez la luz.
Cuando
pasó por primera vez.
Los
vi llevando al marido sospechoso a la sala de interrogatorio. Lo habían
pillado.
Maca
se quedó con él para interrogarlo, Julián y David se quedaron fuera, atentos.
-¿Tan
pronto lo han cogido? Que rapidito ¿cómo lo han hecho? ¿Hay algo que demuestre
que es culpable?- quise saber, deseosa.
-Este
está calado, lo hallamos en un motel y tenía -(te diría el nombre de la
sustancia que no dejaba rastro, pero tan nerviosa estaba que no me quedé con el
nombre)- en el bolsillo para tragárselo- comentó Julián, sin darle importancia.
-¿Y
cómo lo encontraron? Se decía que no había dejado pistas de a dónde había ido-
seguí, intentando sonsacar.
-Al
principio se nos pasó, pero en la papelera habían varios ticket de guaguas,
resulta que siempre cogía la misma y el conductor recordaba que no se bajó
donde siempre, también había un gorro de médico escondido en el armario del
hijo, en el hospital más cercano le faltaba medicamentos- me respondió David.
-Vaya,
¿y qué les hizo fijarse en los ticket y relacionarlo, al igual que el gorro?-
insistí yo, con ganas de coger notas acercas de sus infalibles métodos.
Julián
miró a David como “a ver qué le vas a decir a la novata, esto no le incumbe” y
luego se retiró. David prefirió mirar a Maca interrogando a través del cristal,
eludiendo mis preguntas.
Genial,
había pasado delante de mis narices los secretos de sus métodos y yo no había
visto nada. Me prometí a mí misma fijarme para demostrarles que yo estaba igual
de capacitada que ellos.
Sería
más fácil dentro del próximo caso, pensé.
Si
lo estás pensando…si, otra vez equivocada.
No
es que no viera nada dentro del caso… es que no me dejaron participar.
Decepcionante
¿verdad? Yo, que quería quitarle el título a Sherlock Holmes ni siquiera tenía
caso.
Te
juro que por insistir no fue, ahora que recuerdo la verdad es que me puse un
tanto pesadita.
-Si
ya te lo he dicho, Elisa, es mejor así- me solía decir David, apenado.
Yo
creía que era por mí, pero en realidad era por sí mismo.
Una
de las veces, cuando ya había resuelto el cuarto caso en el mes, me encontraba
en el vestuario con Maca.
-¿Qué
tal? No tienes muy buena cara, deberías estar contenta, pillaste al cabecilla
de la venta de drogas y eso que ninguno de los traficantes hablaba- comenté yo,
-¿cómo se te ocurrió relacionar que las páginas ilegales de venta estaban
relacionadas con las de compra de
artículos de lujo del culpable? Aparentemente no tenía nada en común ¿instinto
femenino?- sugerí.
Maca
me miró como “pobre ignorante, si supiera…”.
-Eso
son sandeces, simplemente hay que nacer con ese olfato para las pruebas… que
muy pocos tienen- opinó.
-Podría
intentar descubrir si yo lo tengo si me dejaran entrar en un caso… la cosa es
que Santiago ya no quiere oírme, he venido para trabajar en eso, eso es a lo
que me he preparado ¿por qué tarda tanto en meterme?- le pregunté.
-Digamos
que no es tan malo como tú crees, cuando me destinaron aquí, que ya había
trabajado en unos cuantos, también se obstinaban en retrasarlo cuanto pudieron…
pero al final no hay más remedio y eso te ata-.
Yo
no le entendí lo último ni me interesaba, pendiente sólo de tener un caso.
Se
quedó un rato mirándome fijamente, aún no sé que es lo que vio (y ojalá que no
lo hubiese visto) no obstante, consideró que era el momento.
-Vamos-
me dijo, yo la seguí y nos acercamos al despacho de Santiago, que firmaba unos
papeles.
-Santi,
yo creo que va siendo hora- se limitó a decir. Él la miró, dudativo. Luego a
mí.
.....
Atentamente,
Elena Rojas
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