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viernes, 23 de octubre de 2015

El auto de fe de los reyes. Madrid: 1680.



El auto de fe de los reyes. Madrid: 1680.

Buenas tardes lector:



Veamos hoy la historia que encierra este espectacular cuadro de óleo de Francisco Rizi.
Es un acontecimiento totalmente distinto al caso de El abogado de las brujas  y la caza de brujas por el Tribunal de Logroño en los reinos españoles, si bien esta increíble historia encierra toda la trama inquisitorial, una renovación de sus trámites y un caos absoluto por el terror de las brujas hasta límites insospechados que se escapa de todo control amenazando pueblos enteros; este caso es justo todo lo contrario:
El orden y el control prima hasta el más mínimo detalle y la importancia reside justo en el Auto de Fe celebrado en Madrid en 1680. Tal fue su importancia que asiste el rey Carlos II y su esposa María Luisa de Orleans; así como la madre reina Mariana de Austria (por no hablar de toda la nobleza).

Para tener el espectáculo aseguro en la Plaza Mayor de Madrid se levantó todo un teatro para esta ocasión especial. Si nos fijamos, el día no fue escogido al azar, pues era el día de San Pablo en que se festeja el vencimiento de la fe católica sobre la judaica.
Para entenderlo mejor: un Auto de Fe es el momento en que la Inquisición ejecuta delante del pueblo las condenas de los reos que desde su arresto y encarcelamiento había sido bajo secreto hasta el final del proceso. Se hacía públicamente las condenas porque si eran casos de "relajación" (quema en la hoguera) era una gran y temible lección para todos aquellos herejes que pudiesen amenazar la fe católica.
En este día hubo 34 condenados a pena de muerte en la hoguera (sólo 21 fueron quemados vivos, los restantes habían fallecido durante el proceso inquisitorial y se quemó en su lugar las estatuas como signo que sus almas cumplan la condena asignada).
-11 presos fueron por abjuración leví (bígamos o embusteros con pena de azotes).
-54 reos judaizantes reconciliados (es decir, pidieron perdón y volvieron a la fe cristiana).
Obviamente en el espectáculo se leyeron las sentencias en alto, se practicaron los azotes, se llevaron los sambenitos y se quemaron a las estatuas y los condenados ante el pueblo que insultaba y lanzaba objetos como verduras a los reos.

Si uno mira el cuadro, se puede ver por un lado los inquisidores, el público y toda la escena.



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